UNA REVISIÓN A TIEMPO TE PUEDE SALVAR EL VERANO
"El verano ya está aquí", como dice la canción, y todos los conductores reciben por estas mismas fechas la misma cantinela: "no olvides pasarle la revisión a tu coche". Y que dure.
Frente a la creencia popular, el buen conductor no es el que se limita simplemente a seguir todas las normas de circulación. Es el que comprende que su responsabilidad empieza mucho antes de ponerse al volante, ya que tiene la obligación de asegurarse de que su vehículo se encuentra en perfectas condiciones para iniciar la marcha. Esta medida, que es necesaria los 12 meses del año, cobra especial importancia en los periodos de vacaciones, puesto que son aquellos en los que por norma realizamos desplazamientos más largos y, a la vez, más exigentes para el coche.
Las revisiones del coche deben seguir, en primer lugar, las indicaciones del fabricante. Es conveniente no superar los plazos marcados en el libro de mantenimiento y pasar por el taller antes de que se cumplan los kilómetros o los meses señalados.
Su taller de confianza sabrá qué operaciones le corresponden en ese momento -nunca está de más mostrarle la factura de la última revisión-, y entre ellas destacan el cambio de aceite del motor (y el filtro, siempre) y de la caja de cambios si es automática, la sustitución del cambio de filtro de combustible (especialmente en los coches con motor diésel) y la comprobación del filtro de aire y del filtro de polen, así como la comprobación del sistema de refrigeración del motor (conviene reemplazar el líquido refrigerante cada dos años), frenos (nivel y estado del líquido y desgaste de pastillas, discos y tambores traseros, cuando corresponda), dirección y suspensión.
El repaso al estado de las correas también es muy importante, especialmente la de distribución, cuya rotura puede acarrear unos daños al motor que son reparables, pero también tremendamente caros y pueden arruinar nuestras vacaciones. Literalmente.
Por supuesto, todas las luces deben encenderse y el haz de los faros delanteros debe ajustarse a la carga del vehículo. Los limpiaparabrisas, por su parte, deben barrer perfectamente la superficie del cristal (antes de comprobarlo, es conveniente limpiarlo bien a mano para que no se deterioren con los restos de insectos y polvo acumulados) y el depósito del líquido, lleno hasta arriba.
Y es que la seguridad es primordial, empezando por la revisión de la presión y el estado de los neumáticos. Por ley, la banda de rodadura debe tener una profundidad mínima de 1,6 mm, pero la mayoría de los neumáticos cuando están en ese nivel de desgaste hace tiempo que han perdido buena parte de su capacidad de agarre. Y ello sin mencionar el más que probable deterioro del compuesto y los posibles daños en la carcasa, debido a cortes o golpes con los bordillos después de muchos kilómetros o años de rodaje.
Este componente es especialmente importante porque es el único del coche que está en contacto con la carretera. Es, también el que más sufre cuando, de repente, después de meses y meses circulando sin demasiada exigencia, se encuentran un buen día soportando durante cientos de kilómetros y a alta velocidad (autopista) la carga un coche con 4 o 5 personas a bordo y sus respectivos equipajes.
Este aviso también sirve para la persona que conduce, que debe acomodar su conducción a unas reacciones de su vehículo muy diferentes a las que está acostumbrado, y a unas carreteras que habitualmente no transita.